Su sobretodo chorreaba agua, cuando por fin logró refugiarse bajo el toldo de un comercio, que dada la hora ya se encontraba cerrado.
Miró una vez más su reloj y vio que era tardísimo. Demasiado tarde, dijo para sus adentros.
El cielo parecía que no le daría una tregua, que la lluvia sería como el diluvio universal, aunque a esa altura ya no podía distinguir de dónde provenía tanto líquido.
Con el doble de su peso, llegó hasta su casa, dejó en un costado de la entrada el paraguas totalmente destruido. Se sacó el abrigo y lo colgó en el perchero, ése que está justo al lado de la puerta de entrada, ése de madera tallada que había heredado de su padre y que por respeto a él, lo conservaba. Muy pronto el recibidor se convirtió casi en un lago y el perchero comenzó a deformarse por tanta humedad. Decidió tomar un baño caliente. Subió los escalones lentamente mientras se podía escuchar el plaf plaf, que sus zapatos ahogados hacían con cada paso.
Ya repuesto, bajó a la cocina y prendió la mortecina luz, que hacían brillar o algo así, una pava de metal, los azulejos viejos, esos celestes clásicos, y una taza de café - todavía sucia- que yacía sobre la mesa.
Prendió el fuego, puso a calentar agua- el agua, siempre el agua-, mientras se batía un café instantáneo, ya que era la única forma en que lograba beberlo. Mientras su mano hacía girar la cucharita en esa mezcla de café y azúcar, se miró en el pequeño espejo que había en el pasillo. Se quedó atrapado en sus canas, sus arrugas y de pronto fijó su mirada en sus propios ojos, rojizos de tanto llanto. En esos ojos que había estado tratando de evitar hacía tanto tiempo.
Alguien comentó que cuando la policía llegó, ningún rastro quedaba de aquél hombre, sólo las dos tazas de café y una nota que yacía debajo de una de ellas:" Tanta agua ha borrado la marca de tus labios de esta taza que con tanto cuidado dejé intacta desde esa noche en que tu boca la besó, la misma noche en que me condenaste a no olvidarte."
No sé si tengo problemas con el ordenador, o cobardía para comentarte ¡me ha golpeado tu relato! Y te lo digo, no he pasado por ninguna experiencia de ese tipo, pero lo bien relatado me ha hecho sentirme protagonista. En fin. Un abrazo.
ResponderEliminarEs muy triste, Beatriz, pero hermoso, me ha llegado profundamente, te aseguro. No es algo que me suceda a menudo. Me has hecho conmover, muchas gracias.
ResponderEliminarHD
=( bello =(
ResponderEliminarY APLAUSOS!!!!
La verdad es que esta historia da que pensar,pasaba a saludarte y de paso mandarte un besico enorme.
ResponderEliminarGracias... GRacias y más gracias!!! a cada uno de ustedes. A veces pasan... estas cosas... estos escritos....a veces suceden!!!
ResponderEliminardebo decir Beatriz que lograste un relato redondo y además añado una cosa. cada día escribes mejor!
ResponderEliminarbesos.
Gracias Josef!!! un abrazo!!
ResponderEliminarPlas, plas, plas, qué bueno!
ResponderEliminarMe ha gustado y sorprendido.
Un abrazo cariñoso.
Le recuerdo a la escritora amiga, que sus lectores seguimos aquí sentaditos esperando más de su producción.
ResponderEliminarUn gran abrazo.
jajaja, gracias.... otro abrazo para ud. señor escrito!!1
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