martes, 1 de mayo de 2018

En el Aire


¡Calla!

Calla el silencio de rojo estrepitoso

Calla
como calla la estampida
en la nube que por marte se pasea

Calla
así como calla la brisa
y deja que su ausencia anuncie
la muerte de las mariposas de ciempiés

Deja al silencio sepultarse
en los rosedales cantores

Calla el martillar de las ranas
en el ascensor

Calla
y deja pintar el silencio de aullido matutino
Ese
ese que no me atrevo a escuchar


martes, 27 de febrero de 2018

Otoño


Caen mis hojas plateadas
como siembra incierta
de una tierra devastada

Caen una tras otra
sin piedad del tiempo
sin piedad de aquello ausente

Y
 es verdad
 que nunca supe
que sólo soñé el sueño
de los inconscientes

Que trasnoché
 amores intangibles
que hoy soy árbol
 de tronco seco y hueco.

Caen mis hojas plateadas
como siembra 
de una tierra devastada.



domingo, 7 de enero de 2018

Taxidermia


La ciudad era como un panal de abejas recién sacudido, se podía escuchar el zumbido ensordecedor de las voces. Muchos vociferaban esgrimiendo vocablos repletos de hierro candentes mientas muchos otros se preguntaron el porqué de tanto odio y ensañamiento.
 En un cartel con luces de neón ,que se encontraba en la parte superior de una casa de comidas rápidas, se podía leer: “Experimenta la taxidermia en vida”.

miércoles, 1 de noviembre de 2017

LOS LATIDOS DE MAYANA


      Kalimani , aprendió de su abuelo Katochi , todo lo que un niño de 14 años debía saber ; sentados frente a frente y con sus miradas fundidas como pensamientos sutilmente transmitidos  le brindó su iniciación. El anciano sabía muy bien que jamás podría revelar qué aspecto tenía el paraje que los cobijaba, era el resguardo de las antiguas leyendas heredadas por innumerables ciclos de tiempo.
  Los sabios indicaron que había llegado el momento y reunieron a los representantes de los cinco clanes: obviamente Kalimani (quien era llamado nada más y nada menos que “el indescriptible dios de éter”)era uno de ellos  . Golimna (la diosa de agua) se presentó luciendo su larga cabellera translúcida, dócil y fuerte a la vez.  Azurri (el dios de fuego) por su parte lucía arrogante con sus cabellos ondulados y fosforescentes mientras Mohatmu (el dios de tierra) se presentó erguido y firme, con su cabello corto y oscuro como la noche. Y por último  arribó Oxitimayo (el dios de aire) quien lucía ligero y sonriente.
      Ya todos reunidos en el templo sagrado, los jefes de los clanes elevaron una plegaria en su mente y entregaron a cada uno de ellos un bolsín, con distintos elementos y entre ellos había un mapa que los llevaría hasta el lugar donde hallarían a los viejos espíritus, los únicos capaces de guiar a los elegidos para que lograran su misión. Todos permanecieron por un momento en profundo silencio, hasta que el búho dio la señal de la partida. Los pueblos de los distintos clanes también elevaron sus plegarias y guardando silencio se internaron en un sueño profundo.
Los cinco elegidos saludaron respetuosamente a los maestros y cada uno emprendió su camino. A Kalimani se lo vio esfumarse rápidamente por el sendero que ellos llamaban el sendero sin nombre. Azurri por su lado, comenzó a transitar el camino de las señales doradas. Mohatmi, se internó rápidamente en el sendero de la oscuridad.  Oxitimayo,  se disolvió frente a la mirada de todos al ingresar a su camino y por último Golimna, transitó el suyo dejando parte de sí a su paso.
             Al finalizar su recorrido, cada uno de ellos debía encontrar una cueva. En cada una de las cuevas, se encontrarían con un mago, un viejo bajito de cabellos largos y desgreñados y de un carácter poco amigable ante las visitas mas ellos sabían que deberían conquistar su confianza, de ello dependería que sus misiones tuvieran éxito.
             Si bien cada uno debía ir a una cueva distinta y muy lejana de las otras, se encontrarían sí o sí con el viejo mago, que como buen mago tenía la capacidad de estar en varios lugares al mismo tiempo.
              Uno a uno llegaron a sus respectivas cuevas y tal como estaba previsto, lo habían hecho al unísono. Fue entonces que llevando a cabo el ritual enseñado por los viejos maestros, se sentaron frente a ellas y cantaron una melodía jamás oída, sublime y dulce pero con la fuerza que el arte de la alquimia les había otorgado.
El viejo mago quedó rendido y salió de cada una de las cuevas, con paso cansino pero con una sonrisa en el rostro y su mirada satisfecha. En cada caso llevaba un cuenco específico para cada uno de ellos. Luego de una corta reverencia mutua, les hizo entrega del cuenco, susurró a sus oídos palabras inaudibles y los despidió para que pudieran emprender el camino de regreso y sin mirar atrás volvió al interior de las cuevas.

Kalimani, Azurri, Mohatmi, Oxitimayo y Golima pasaron la noche en profunda meditación frente al sublime cuenco entregado por el viejo mago y al amanecer, al escuchar el canto del búho supieron que debían emprender el peligroso regreso. El camino de regreso no fue tan sencillo como el de ida, cada uno en sus respectivos senderos se encontraron con la sombra tan temida llamada Portak, quien poseía el poder de la duda, el temor y la individualidad. 
        Al anochecer del quinto tiempo, Portak, se les hizo presente acechándolos enardecido y virulento. Una fuerte tormenta oscureció el cielo límpido y rayos más poderosos que cualquier espada penetraron en ellos. Enormes aves prehistóricas les sobrevolaban intentado matarlos. De pronto la certeza se convirtió en miedo ¿acaso valía la pena morir por ese extraño contenido de los cuencos? Y comenzó una lucha descarnada en sus propias conciencias. Portak, los estaba venciendo y el cansancio los hizo rendirse hasta quedar flotando, casi inertes en su interior, a punto de ser totalmente fagocitados por él.
  Al amanecer del décimo quinto tiempo, el búho volvió a cantar sobre esa nebulosa pegajosa que era Portak y el hechizo de su canto  los despertó e Inmediatamente se hallaron transportados a un paraje totalmente extraño pero bello y muy apacible.  Aparentemente Portak se había desvanecido ya no había rastros de él. Alerix (ése era el nombre del búho) voló velozmente en círculos sobre ellos y cuando se detuvo sólo había un elegido y un solo cuenco vacío. Él era Uniternit  quien con mirada serena y paso seguro se acercó con su cuenco ante los sabios maestros que allí se encontraban reunidos y con una reverencia de humildad se los entregó recitando un antiquísimo poema Mayano:
Yamisy notri ballmé/Yamisy notri dalaky/ Yamisy mitello protek
Los sabios se pusieron de pie y dieron comienzo a la danza del renacimiento. Una indescriptible explosión de luz, fuego y color cambió por completo el paisaje de la vieja constelación. Finalmente, Mayana era visible y tangible nuevamente en toda su divina extensión y expresión El viento comenzó a soplar como brisa suave que acariciaba los rostros sonrientes de hombres, mujeres y niños. La cascada dio rienda suelta a su exultante alegría ofreciéndoles el refrescante arrullo… Los árboles reverdecidos se enraizaron en las colinas y las llanuras… Y así fue con cada minúscula partícula de vida que allí habían reinado desde los inmemoriales tiempos.
Kalimani, Azurri, Mohatmi, Oxitimayo y Golimna habían renacido como la materialización misma de Mayana,   cumpliendo con el destino intrínseco de su existencia. Renacer eternamente, volviendo a llevar el mensaje que le había sido destinado desde los tiempos primigenios: respeto, paz, unión y entrega, perpetuando por siempre los más altos valores de la convivencia universal.
Mayana había vuelto a latir en destellos luminosos como un faro. 


lunes, 18 de septiembre de 2017

Ecos


Paredes infranqueables sostienen su mundo. Paredes construídas con ladrillos huecos y si bien no son visibles, él escribe con una piedra sobre ellas y vocifera fuera de control.
Las paredes son su albergue más no lo contiene y en desesperación escarba la tierra seca buscando palabras que puedan decir aquello que alberga.
En la mañana sólo se escuchó el eco del silencio mortal.


jueves, 31 de agosto de 2017

Confesiones de licores y madrugadas






Arde
 el escondrijo
de aquello indecible
de lo que se entrega
a la hora 
en que las cortinas caen.

Arde
la soledad que alienta 
el reverdecer de la esencia
en la palabra
en el silencio
en la música.

Arde
apasionadamente
el Ave fénix
que te aguarda
siendo llama 
o
 cenizas


martes, 29 de agosto de 2017

El Niño sin espejo


El niño miró desde abajo y no halló el espejo. Unos ríos rojizos surcaban sus globos oculares y la voz estridente ni siquiera era dirigida hacia él.
Creo que le preguntó al lápiz qué podía decirle y el lápiz le contó cuentos en dibujos hermosos, más no le habló de nada más. Luego con el tiempo, le preguntó a viejos aparatos si podía desarmarlos para poder volverlos a armar y ellos le dieron su permiso, pero por más que intentó, ninguno logró funcionar nuevamente.
Siempre inquieto continuó buscando un espejo y alguien le presentó una guitarra y se hizo amiga de ella, confidentes inseparables. Aveces sus conversaciones se escuchaban desde toda la casa y muchas de esas ocasiones hasta parecía que discutían.
Pronto aprendió que las paredes y las puertas podían ser su acallada voz... ¿dónde estará mi espejo?... decía en su singular idioma.
Sin embargo había unos ojos que lo observaban, pero no eran su espejo y tampoco codificaban su idioma.
Así el silencio se volvió estruendo en medio del estruendo.
Sus hermanas se debatían en la supervivencia de un combate camuflado de rituales de cuatro paredes, mientras su madre intentaba atajar los serpenteantes pensamientos disparados como arma letales y los brazos que se abalanzaban sobre las ellas y también sobre sí misma.
El niño creció sin su espejo, sin la palabra calma y contenedora, pues la guerra estaba planteada y él ni siquiera era objetivo en ella.
Ya hombre, el niño llora desde lo más profundo en un intento de acallar el torrente de soledad que aveces surca por sus ojos mientras confiesa ante su madre, que no se sintió alguien.
El hombre busca entre sus escombros los mejores restos de lápices,viejos aparatos y aún sigue con su mejor amiga. 
El hombre descubrió a una mujer mayor, bastante achacada por su historia pero que había sabido luchar y elaborar experiencias y como un niño se abraza a esa otra madre que logró re descubrir como su medio espejo.


En el Aire

¡Calla! Calla el silencio de rojo estrepitoso Calla como calla la estampida en la nube que por marte se pasea Calla a...