Silenciosamente se levantó y se envolvió en su bata de seda, aún no comprendiendo que era realidad y qué era simplemente un mal sueño. Caminó sigilosamente rodeando la cama para pode observar el rostro de aquél hombre y comprobar que era de carne y hueso y que todo aquello hermoso que había vivido no se esfumaría con la llegada del sol entrando por su ventana.
Recorrió cada poro de su piel, sus párpados cerrados, sus carnosos labios apenas entre abiertos que entibió con un beso suave, como un guardián de los sueños para que pudiera continuar descansando como si nada hubiera sucedido.
Un poco más repuesta y con los pensamientos más en claro, caminó hasta la cocina y puso a preparar café, mientras apoyada en la baranda de la pequeña ventana que daba al hueco del edificio, miraba cómo el sol iluminaba los tendederos de los departamentos vecinos, repletos de ropa tendida. Por primera vez le llamó la atención la variedad de ropa que se podía observar en ellos, siendo el del departamento del 2 B, el que más le llamó la atención: dos Jeens azules que por su tamaño, dedujo que pertenecerían a un hombre no tan joven; dos bonitas remeras estampadas que se las adjudicó a la esposa, y se detuvo absorta e inquieta ante las pequeñas camisetas, medias y bombachitas que allí se hallaban.
Un sonido punzante la regresó a su tiempo, indicándole que el café se hallaba listo. Se sirvió una taza con sus tres infaltables cucharaditas de azúcar y comenzó a caminar hacia el living, cuando por alguna extraña razón, se vio en dirección al mismo balcón donde había estado minutos antes.
Abrazando la tasa con sus dos manos para sentir el calor de la misma, fijó nuevamente su mirada en aquellas pequeñas prendas que le hablaban sin sonido alguno y sin embargo le estaban revelando sus secretos más íntimos.
Se sobresaltó cuando sintió que dos brazos rodeaban su cintura y unos labios cálidos besaban su terso cuello. Giró inmediatamente y allí estaba él, con su cabello entrecano despeinado, su barba apenas crecida y esos ojos... si, los mismos ojos de la esquina, que con una mirada desconocida se quedaron fijos en los de ella.
Era extraño y difícil mirarse sin saber siquiera sus nombres. Ambos se rieron mientras el aceptaba un sorbo del café que aún quedaba en la taza e inmediatamente la apoyó sobre la mesada y con voz suave dijo:
-Bueno, me parece que sería oportuno conocer nuestros nombres ¿no te parece?. --Me llamo Javier...
_Y yo Rocío- contestó ella con la sonrisa mas dulce que pudo haber tenido en su vida.
El medio día acechó rápidamente los ventanales siendo testigo de palabras y risas derrochadas por doquier. Atrás había quedado el horrible sueño de ése tal desconocido Diego.
El despertar de la tarde por entre las persianas delataba la historia real: la de un encuentro de cualquier esquina, dónde los deseos ardían casi tanto como aquellos anhelos, devenidos en miedo por el inevitable tic tac de su vientre.
Luego de varios años, ella continuó asomándose por aquella ventana para observar la ahora desértica esquina. Cada noche hacía casi el mismo devoto ritual, como aquél que ofrenda una oración ante un altar de esquinas irrespetuosas.
Y mientras los brazos de Javier rodeaban su cintura una vez más, en su tender colgaban como estrellas brillantes, pequeños pares de mediecitas , escarpines y dos jeens azules.
Un maravilloso relato dónde todo puede quedar en entredicho,ser real,palpable o simplemente quedar como la mirada hacia una esquina que aparace o desaparece no entendiendo de tenderetes con jeans.
ResponderEliminarBesos
Estupendo relato Beatriz,conforme vas leyendo te imaginas todas las escenas,me ha gustado mucho.
ResponderEliminarUn besico
Me gustó la continuación.
ResponderEliminarBesos.
¿Ficción o relidad?
ResponderEliminarNo se sabe y es mejor así ya que el lector queda naufragando entre las corrientes que su imaginación quiera traer a la narración. Muy agradable relato.
Un saludo.
Muy buena la continuación, pero será que Javier era el del segundo????????
ResponderEliminarMe dejaste con la intriga clavada en la frente.
Besos!
Me gustó la continuación, acercas texturas suaves
ResponderEliminary brillos que despiertan sonrisas de esperanza.
Besos