Llevo ya, una gran colección de hojas otoñales guardadas en un viejo cuaderno, tan amarillento como ellas. Sin embargo ellas, son más que el viento que las arrebató de sus vientres. Son más que desechos tirados a la basura.
Sin embargo sólo dos o tres , fueron las que volaron hacia mí aquella noche de intenso frío, mientras caminábamos abrazados, casi mudos.
Hoy habitan en un sobre de papel blanco, pegado en la tapa posterior del cuaderno: el sobre de los amores soñados. Sólo ellas están allí. Si bien han pasado ya muchos años, continúan solas como un tesoro a resguardo de la ausencia de memoria.
Cuando el frío me atraviesa, como esquirlas casi permanentes, tomo el vetusto cuaderno y abro el sobre, es entonces que salen a volar... como cobrando una nueva vida, para esparcirse sobre una vereda imaginaria, donde vuelvo a caminar con tu brazo abrigando mi espalda. Y como en un ritual, las recojo y las vuelvo a guardar.
La hora de partir hacia el trabajo me vuelve a la realidad. Tomo el cuaderno y lo pongo en mi bolso, junto a mis llaves y al silencioso celular.
El 242 tarda en llegar a la parada y el frío vuelve a penetrar mi alma, como si yo no fuera real. Luego de un largo rato, subo al colectivo casi vacío, saco boleto de uno con cincuenta y me ubico en un asiento doble del lado de la ventanilla. Me quedo mirando la nada a través de ella, abrazando mi bolso como si fueras tú. Sin palabras, sólo tu y yo.
Una vieja rama golpea contra la ventanilla y despierto de mi ensoñación. Al igual que hace tantos años, el viaje fue demasiado corto.
Hojas vetustas , reliquias del ayer
ResponderEliminarrecuerdos de un tiempo que se fue , pero permanece en las hojas ;como talismásn se aferra a ti ese cuaderno , y en ese 242 vuelves a recrear vida vivida.
¡Muy, muy hermoso y entrañable tu relato!.
U beso.
Desbordas melancolía Beatriz.
ResponderEliminarPárrafo tras párrafo.
Besos.
Esos momentos simples atrapados así, desmenuzados entre letras y melancolía se ven maravillosos. Al menos a mi me atrapan muchísimo, casi te he visto.
ResponderEliminarDe esto hablaba en mi post, de esa forma de mirar algo sencillo que pareciera no decir nada, sin embargo el modo de mirarlo hace que ese subir al 242 y sentarte ahí nomás y la ventanilla golpeada por una rama y ese despertar a la nada, tenga poesía.
Besos.
Simples momentos de la vida ,los más vividos en ese momento único e irrepetible como lo único importante que existe en nuestra vida.
ResponderEliminarUn placer leer tu bella narración.
Besos de MA para ti y cuidate querida Beatriz.
Gracias mil por tu huella amiga.
Intenso momento que marca tu prosa..por siempre guardado..en las hojas muertas..Y que revive alli en el momento justo cuando los recuerdos únicos nos alcanzan..
ResponderEliminarBesote desde mi orilla muy otoñal..camino de hojas suenan bajo mis pies..
Quizás porque el otoño se viste de hojas y brisa fresquita. Quizás porque el sol se escapa y se difumina en el horizonte, es que nuestras letras asumen la melancolía de momentos pasados, de horas tatuadas en la piel y en el pensamiento... Bello relato Beatriz.
ResponderEliminarUn beso.
PRECIOSO TRABAJO!UN ABRAZO,GRACIAS POR COMPARTIR
ResponderEliminarBESOS Y ABRAZOS, Y ES MI DESEO,MI ENERGÍA,QUE ESTES MEJOR! DE SALUD!LO DESEO MUCHO!
UN ABRAZO,YA CAMINO,FUERA PUNTOS,DENTRO DE MI CASA,ÉL DOLOR SE FUE,SE FUE,LOS PUNTOS TAMBIEN...Y CAMINO!!!CON MI ANDADOR,PERO CAMINO!!!
AHORA, A SALIR A CAMINAR POR LAS CALLES,EN LOS MEDIODIAS SOLEADOS!
MI MAS FUERTE ENERGÍA,PARA TI,PRECIOSA!
BESOS MIL
LIDIA-LA ESCRIBA
Nostálgico y suave, casi se huelen esas hojas secas, símbolo de lo que fue, pero me gusta ese momento mágico en que vuelven a volar, sera posible?
ResponderEliminar