Egresados del Instituto Parroquial San Roque 1977
El laberinto de los días transcurridos me han llevado a distintos sitios, tiempos. Muchos aromas, rostros, palabras habían quedado guardados en el rincón derecho, debajo de aquella manta cálida, en mi caja.
Con asombro pude ver que nada de lo que allí se hallaba se encontraba apolillado y que por el contrario estaban casi intactos en mi memoria extraviada.
Reconozco mi rostro adolescente, sonriente, en el tercer asiento de izquierda a derecha. Lógicamente, en esos años no tenía conciencia de la importancia que en el futuro tendrían los estudios terminados y mis queridos compañeros, con los que en su momento no compartí muchas cosas.
El sábado pasado me reencontré con muchos de ellos, en una gran fiesta en el colegio.
Inmediatamente, el recuerdo de Josefina Gavazza (la señora bajita que aparece parada a la izquierda) , la señorita directora, se agrandó en mi recuerdo. El tiempo pasado regresó como un presente claro y nítido.
Las lágrimas por mi situación familiar y la enfermedad terminal de mi madre, alejaban mi mente del estudio y también de mis compañeros.
A punto de claudicar, ella tomó el teléfono y me llamó. Sencillamente, me dijo: "ven a hablar conmigo, si luego no quieres seguir estudiando lo voy a respetar". La calidez de su convocatoria y el respeto que por ella sentía me obligaron a concurrir a su cita. No habrán sido más que treinta minutos, en que la escuché profunda y respetuosamente. Sus palabras calaron en mí profundamente y continué estudiando. Gracias a ella obtuve el título secundario que luego en el transcurso de los años y con las vicisitudes de la vida, me abrirían puertas laborales, que me permitieron literalmente darle de comer a mis hijos, en una situación familiar muy complicada.
Hablando con "las chicas" en la fiesta, me comentaron que Josefina se encontraba viva y muy bien e inmediatamente sentí la imperiosa necesidad de decirle lo importante que fue para mí vida, todo lo que me brindó como docente, pero sobre todo ese llamado telefónico que marcó la gran diferencia.
Ansiosa, pregunté a medio mundo su número telefónico, hasta que en el día de hoy una ex compañera del Instituto San Roque me lo pasó por face. Hoy debía ser yo quien levantara el teléfono y la llamara a ella.
Recién acabo de terminar la comunicación, que no habrá durado más de veinte minutos, no porque yo así lo deseara, sino porque el uso del teléfono lo tiene un poco restringido en el lugar donde vive. En realidad me hubiera quedado hablando con ella eternamente, como si mis palabras pudieran meterse en la comunicación y convertirse en un abrazo intenso y profundamente sentido. Me emocionó escuchar su voz clara, su lucidez, su don de buena persona, con casi ochenta añitos. Me estremeció su emoción, cuando le recordé aquella conversación. Hoy, por razones de salud, no puede estar sola y vive en un Hogar de Hermanas, pero sale para hacer actividades ad honoren y para cuidar de sus sobrinos nietos que se encuentran en difícil situación.
Agradezco a la vida, el poderle haber dicho GRACIAS, abrirle mi corazón y brindarle todo mi reconocimiento y cariño a tiempo. Porque "HOY" es el día de agradecer, de decir, de amar, ya que mañana uno no sabe quien puede estar faltando.
Este post, no tiene nada de literario, poético o artístico. Es tan sólo el poder compartir con todos ustedes, mis amigos blogueros, estas cosas que me van sucediendo mientras no estoy por estos lados.
Gracias, por todo lo que siempre me brindan. La presencia, el aliento, el cariño, jaja ... también la paciencia.
Un abrazo grande a todos y hasta prontito!!!
Hermosa jornada que has pasado, reviviendo recuerdos.
ResponderEliminar¿que bien te quedaba la corbata!
A veces tenemos la suerte de encontrarnos profesores en la vida que son mucho mas que profesores son "maestros" , que no toman decisiones por ti pero que te abren el horizonte y te obligan a pensar y tomar decisiones,.
Tu post es hermoso y entrañable, parece que hoy es día de recuerdos , mi post también es un recuerdo.
Un beso
Yo soy el de la paciencia...jaja
ResponderEliminarLos "azotes" que vienen del pasado nos hacen bien para que sepamos que es el amor que damos y recibimos el que nos hace sentir bien.
Linda historia de vida te toco vivir y gracias que puedes contarla..y nosotros ser lectores de ese pedazo de tu vida.
besotes orilleros..de vuelta!!!
Acabo de leerte con lágrimas en los ojos.
ResponderEliminarNo me importa reconocerlo.
Me has emocionado hasta la médula de los huesos.
Quizás es porque has resucitado recuerdos de mi infancia ciertamente parecidos.
Un abrazo enorme para ti y mi reconocimiento para esa mujer que tanto bien te hizo.