Con los ojos enrojecidos por haber viajado toda la noche, intentaba sin demasiado éxito, divisar el camino detrás del parabrisas cubierto de agua. En un momento pensó en hacerse a un costado y aguardar que la intensa lluvia parara, pero sabía que debía llegar a tiempo a la oficina. Llevaba consigo una serie de cheques de alto valor y algunos dolares que quería sacárselos de encima lo antes posible,sobre todo en estos tiempos donde la seguridad no existe y los asaltos le pueden costar a uno la vida.
A las once en punto, le entregó a Gutierrez - el gerente de cobranzas- la recaudación y le solicitó permiso para tomarse dos días de descanso:
-¿ Sabe que pasa Gutierrez?, estoy realmente cansado, fueron muchos kilómetros que hice,pero por sobre todo, éste último tramo me tocó hacerlo bajo la lluvia intensa y eso terminó por agotarme- le comento Roberto con una disfonía que apenas podía ser entendido.
-No hay problema Roberto, tómese estos dos días y repóngase que acá lo necesitamos fresquito- le contestó Gutierrez con una sonrisa en los labios, mientras le daba unas palmaditas en la espalda.
Sin duda Roberto sabía qué significaba tanta consideración, pero de cualquier forma tenía decidido descansar.
Dio una mirada a través de la ventana del décimo primer piso, donde se encontraba la gerencia, con la ilusión que la lluvia hubiera cesado y suspiró al ver que su deseo seguía siendo un simple deseo. Saludo educadamente al gerente y se retiró hacia el ascensor. Una vez dentro de él, se miró al espejo - siempre están esos malditos espejos en los ascensores - se acomodó el ondulado y grisáceo cabello mojado y con un pañuelo secó su rostro. Recién en ese momento se dio cuenta en que estado se había presentado ante su jefe. Pero en fin, ya estaba hecho y lo único que quería era llegar a su departamento de Villa Urquiza. Allí lo esperaba Chino, su gato siamés y sus amadas plantas.
Se subió empapado al auto y logró ponerlo en marcha con cierta dificultad,lo que lo puso un tanto fastidioso- según lo que cuentan, era un tipo de irritarse cuando estaba muy cansado-.
El tráfico no lo ayudó demasiado. Se puede amar mucho y odiar mucho a la bella Buenos Aires.
Abrió la puerta de su departamento e inmediatamente Chini fue a recibirlo con ronroneos mientras se refregaba entre sus mojados pantalones. Encendió la luz del living, dejó las valijas en el bañoy allí mismo se desvistió, quedándose solamente en calzoncillos y dejando todo tirado se acostó rendido a dormir.
Ni siquiera abrió las ventanas. Tampoco prendió la radio, ni alimentó al gato que insistía en reclamar su atención.
La lluvia continuó torrencial durante toda la noche sumándosele fuertes ráfagas de viento que terminaron por volar chapas, tirar árboles y abrir más de una ventana en la ciudad.
A la tarde siguiente, el portero tocó a su puerta, al ver que una catarata de agua inundaba todo el pasillo y corría escaleras abajo.
Los bomberos terminaron derribando la puerta y al hacerlo, una ola sorprendió mojando a todos los que estaban frente a ella.
Cuando el gran caudal se convirtió tan sólo en charcos, los bomberos lograron entrar al departamento. Las paredes estaban mojadas casi hasta la altura del techo y no había absolutamente nada que estuviera seco.
Prontamente, comenzaron a revisar el lugar hasta llegar a la habitación de Roberto,el que yacía totalmente mojado e inmóvil sobre su cama. Comprobaron inmediatamente que se encontraba sin vida hacía ya varias horas, pero algo los dejaría pasmados: tenía en cada mano un papel, los dos absolutamente secos y presumiblemente escritos con tinta indeleble.El de la mano derecha era un telegrama de la empresa que le notificaba de su despido y el de la mano izquierda era un papel,que decía de su puño y letra: "discúlpame, intenté con todas mis fuerzas pero no logré parar la lluvia".
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Felicidades, es un buen relato corto. Pobre Roberto, pobres de nosotr@s. Después de tanto esfuerzo, ninguna consideración.
ResponderEliminarBesos.
Cataratas de Robertos nos esperan.
ResponderEliminarQue tiempos se vienen encima...
Besos.
Estupendo relato,esta claro que no somos nadie indispensables.
ResponderEliminarUn besico y buen domingo
Domingo por la mañana, a veces me desvelo y me quedo con un cafe leyendo algunos blogs.
ResponderEliminarMe debia la visita al tuyo, pero no puedo expresarte la sensación de dolor que me causó el relato!
Una vez mi padre me dijo: Cuidado con las personas que te dan palmaditas en la espalda, no son de fiar, al menos en cuestiones laborales.
Trato de no generalizar en nada, pero la vida de este señor que entro en el corazón y me lo partio en miles de pedacitos.
Que buenos son tus relatos corazón, son de esos que vivimos quizas todos los dias, pero tan bien descriptos, con cada detalle que hace que vivamos cada instante ahi, en el lugar y hasta sintiendo el mismo dolor.
Te felicito y para mi es un placer tener el privilegio de leerte!
Besos y abrazos, y buen Domingo!
Tiempos de lluvía parecen llegar a todas partes ...
ResponderEliminarExcelente relato.
Un abrazo.
Gracias por lo regalos
:)
No se puede detener la lluvia, mucho menos cuando viene con licencia para quedarse un tiempo. Si hace alianza con la tristeza, entonces es mejor salir a la calle para no inundarse.
ResponderEliminarun saludo
Excelente relato
ResponderEliminarY es que nos qwuieren esclavos,incluso para sofocar la lluvia
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Abrazos