viernes, 7 de mayo de 2010

TRANSITANDO CALENDARIOS


El calendario marcaba tiempos críticos, desicivos. Y si bien siempre había recorrido caminos difíciles y pedregosos y era bastante ducho en eso, ahora notaba que el auto comenzaba a darle problemas.
De ingenioso no más, siempre pudo salir de los apuros, ya sea por los conocimientos de mecánica que tenía o bien recurriendo a esos talleres que suelen haber a los costados de las rutas. Solitarios, generalmente junto a una gasolinería y donde también uno puede hallar algún parador donde comer un asado criollo y tomarse un vino de la casa. Todo ello, en medio de una bella planicie cuyo horizonte era interrumpido solamente por dispersos árboles que seguramente, oficiarían de oasis a los vaqueanos del lugar, cuando el sol del atardecer tiñe de un rojizo morado el límite entre el celeste cielo y el verde tierra.
Estaba, según el decía, en la mitad del recorrido, cuando preocupado vio que del capó del auto comenzaba a salir humo. Detuvo su marcha, le agregó agua al radiador y prosiguió camino. Sabía que el motor estaba recalentando y que debía solucionar el problema lo más rapido posible de lo contrario lo terminaría fundiendo antes de llegar a destino.
La noche, lo encontró recorriendo la ruta cada vez a una velocidad menor. Se daba cuenta que el motor ya no le respondía como antes y si bien, la ruta parecía no ser tan solitaria, pues podían verse coches cercanos ir en ambos sentidos, sabía que la desconfianza y el egoísmo que reina hoy día, harían que nadie acudiera en su auxilio. Y no era su imaginación, ya le había sucedido antes.
La música sonaba dentro del auto, mientras por los burletes de las ventanillas se filtraba el típico frío de los grandes descampados y una helada incipiente comenzaba a dejar huellas en su parabrisa dificultando su visión.
El cielo le regalaba constelaciones completas que parecían haber sido pintadas en el lienzo azul sólo para él, sin embargo dentro del auto reinaba la oscuridad, salvo por la inquietante luz roja que se prendía y se apagaba en forma constante, indicándole en forma alarmante que estaba conduciendo con las reservas de combustible que quedaban en el tanque.
Preocupado se hizo a un costado, sobre la banquina. Prendió la luz interior del auto, que si bien era muy tenue, con la ayuda de una linterna, posibilitó que pudiera estudiar una vez más el mapa, en el que figuraban las próximas estaciones de servicio donde podría cargar combustible.
La situación no era nada favorable, en el mapa no aparecía ninguna gasolinera en muchísimos kilómetros.
Cansado de tantos almanaques transitados, respiró profundo y se quedó pensando y pensando en medio de la soledad y oscuridad de una fría noche, sobre cómo podía solucionar este problema, que a simple vista era una tontería, tal vez una imprudencia de su parte, un descuido o lo que fuera, pero que lo dejaba en medio de una encrucijada: ¿se animaría a continuar casi sin combustible y sin saber si el coche soportaría ese trajín o se quedaría allí, en esa nada esperando una ayuda que creía difícil conseguir?
Sin duda el calendario le marcaba críticos y difíciles. Por lo que pude enterarme, aún está con la duda y con el presentimiento que el coche no le da para mucho más, aunque todavía sinte que el almanaque no ha terminado su ciclo.

5 comentarios:

  1. Un dilema.
    Si continua es probable que al poco tiempo se quede sin combustible.
    Quizás da igual.
    Creo que debería haber parado en un taller.

    Besos.

    ResponderEliminar
  2. Excelente relato como metáfora de la soledad en medio de la existencia
    ________________

    Besos

    ResponderEliminar
  3. Pasan y pasan los calendarios de nuestra vida, a veces sentimos que se nos acaba el combustible, que no podemos seguir el viaje, pero al final resulta que poseemos gasolina suficiente que lo que hace falta es saberla dosificar.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  4. Si el almanaque dice que hay tiempo, el recurso genuino que tiene es ese tiempo y se tiene a él mismo. Si el auto no da mas, hay que llevarlo al taller, porque sino te deja de a pie.

    Como dice Felipe, una muy buena metáfora de la soledad y la existencia.

    Besos.

    ResponderEliminar
  5. En esta lejanía tan cercana, es aire para mi espíritu, cada palabra de mis amigos blogueros.Es una gran gota más de combustible.
    Gracias a todos!!!!!!!

    ResponderEliminar

Has entrado en La Caja, cuéntame lo que encontraste, déjame tu huella, quedará guardada.

En el Aire

¡Calla! Calla el silencio de rojo estrepitoso Calla como calla la estampida en la nube que por marte se pasea Calla a...