-face CIELOS DE BUENOS AIRES-
Gracias Patricia por tus imágenes
Te enroscas en mi corazón
con cada bocanada de locura
que escapa de tus baldosas resfriadas,
por otoños lluviosos.
Te enroscas en mi corazón
como una serpiente que seduce
con el mortífero tintineo
de tu bello cascabel.
Con las corcheas de tus violines
y las fusas de tus bandoneones.
Y
más te enroscas... más de odio.
Por amarte así,
casi desde lejos,
casi desde un roce sutil,
vislumbrado por tu olor a colectivo
por tu olor a oficina y corbata.
Ya casi sin aliento,
te odio
en las esquinas de las rosas muertas
dormidas en pequeñas manos.
Y
te odio tanto,
con tu sabor a negro y amarillo,
con tu sabor
a sudores atormentados en algún subte
en algún maltrecho tren.
Y... si... te odio,
con la pasión que impide el olvido,
que impide desprenderme de tí,
renaciendo con fuego que arde
al compás de un chambergo...
Al ritmo
de dos cuerpos apretados
por los compases de tus malditos bandoneones
o por las convulsivas danzas
de tus barrios pecaminosamente
cercanos.
Te odio
en cada comentario que hago sobre tí;
sobre tus baches,
sobre tus carteles en un ridículo inglés
que no quiero comprender.
Y
te odio más,
cada vez más,
cuando al song de este bandoneón
mi corazón danza sobre tus baldosas,
cuando mi alma
respira la mirada asombrada
de algún turista.
Ay!!! si supieras cómo te odio...
en cada taco aguja,
en cada fecha
en que en tu sexo nos atrae a
reunimos para gemir de
dolor...
de euforia..
de alegría...
Te odio tanto
porque muero sin tu olor a gasoil;
porque muero sin
los sonidos de zapatos rutinarios transitándote
como amantes adictos a tí.
Y
mis celos se alzan desmedidos
queriendo atraparte sólo para mí,
guardarte como un perfume
en la retina de tu escencia.
Tan perversa como bella
tu sexo me atraviesa
hasta que me fundo en tu propia
pesadumbre, en tu propio hastío,
porque no soy...
si no es en tí.