Al arrebato impiadoso
-despojado de toda cordura-
la alquimia del dolor lo transformó en el
escape brutal del fuego que alentaste.
Y sin embargo no supe no morir
tampoco latir...
No supe ver las doradas
hojas del otoño
ni abrazarme al cálido viento de la primavera
No pude sentir el crepitar de mi ser
durante un tiempo casi inmemorial.
Y ya no importa tu rostro
ni tu nombre
Me quedé oculta de mi misma
Pero hoy
hoy atiné a entreabrir mi ventana.