Besa anhelos
en las letras en un libro,
-un cúmulo de papel y tinta negra-.
Un decantar
de minutos trastocados en siglos.
Trastocados en una espera
llena de veranos.
Llena de sudores llorando sobre el papel,
destiñendo argumentos,
borroneando historias.
Espera cargada
con el deseo de un cigarro
- ya no permitido-,
junto al café que entibiara su alma
durante racimos de tardes;
racimos de noches solitarias
desgranándose en
cada vuelta de página.
Ya su empobrecida cabellera luce
opacada,
sin color, sin perfume.
y
su rostro casi invisible-
-tras un vidrio cualquiera-,
se maquilla con lentes de aumento
y
como ritual
continúa besando letras...
Sólo cada tanto,
levanta su mirada resignada,
sabe que ella estará como siempre...
sencillamente vacía.