Su piel acunó anhelos otoñales por demasiado tiempo y su corazón se escondió tras aquellos árboles bien amontonados, para ya no verlo. Para no sentir más.
Pero cuando el otoño la visita desde su escondrijo anestesiado,las ventanas de los sentidos se entreabren, filtrándose aquellas lejanas e irrepetidas sensaciones.
Su mirada fue para ella , como un puñal despellejando su aliento. Su mirada fue para él , como si en ese instante la hubiera hecho cautiva con el mismo delicioso puñal de néctar.
Un metro de distancia entre ella y él, disfrazado de mesa servida y convertido en deseo atormentado. En sueños palpitantes extendidos en caricias incorpóreas.
Un roce circunstancial de sus labios húmedos en la comisura de su boca y el susurro indiscreto y desubicado en sus oídos - cielo e infierno para ella-.
Un silencio..., habitando quince centímetros de complicidad culposa y un dejar pasar la vida por no…traicionar.
Un silencio..., habitando quince centímetros de conciencia, que no logró sofocar el desgarrado deseo.
Quince centímetros separando sus cuerpos inevitablemente unidos, latiendo en el intersticio de las inconveniencias mutuas. Mientras sus manos permanecian entrelazadas por un hecho fortuito.
Quince centímetros de alientos agitados reprimidos.
¡Ay! ¡Sólo quince centímetros para abrazarlo y no dejarlo ir más!.
¡Ay! Tan solo quince centímetros…para huir, por ese estrecho pasillo,
multiplicados en años de distancias reales.
¡Quince centímetros... irrecuperables!
Su piel acunó anhelos otoñales durante demasiado tiempo y
en esta noche desvelada, los pies avejentados de su pasión, vuelven a acariciar lentamente las mismas anhelos, ya casi imperceptibles en su piel.
Tal vez queriendo recuperar la intensidad de un metro, o de quince centímetros, de su roce escurridizo.
O tal vez, queriendo rescatar el estremecedor estallido de imaginarlo habitando en el interior su calidez dispuesta.
Determinaciones de quince centímetros, que se sumergen en más de una lágrima por siempre, para extenderse sin medida en cualquier noche desvelada.
Parece mentira que esos pocos centímetros signifiquen tanto y tan poco.
ResponderEliminarLa maravilla de una vida, el abandono o la fuerza. La conciencia o el deber.
Mientras esos centímetros crecen como kilómetros y la vida se nos escurre entre los dedos.
Los desvelos son mortales, aunque si vienen con letras siempre son bienvenidos.
Besos.
Tremenda ansiedad me generaron esos 15 centímetros. Tan cerca, pero tan lejos a la vez.
ResponderEliminarPrecioso escrito.
Un placer leerte.
Hay noches así que se vuelven eternas porque la distancia cobra una dimensión diferente y el tiempo parece detenerse, noches que parecen de desvelo pero en realidad son pesadillas de las que quisiéramos escapar.
ResponderEliminarUn saludo.